martes, 7 de abril de 2009

Gran Torino


Título original: Gran Torino (USA, 2008) / Dirección: Clint Eastwood / Elenco: Clint Eastwood, Bee Vang, Ahney Her, Christopher Carley
/ Duración: 116 minutos

Gran Torino es, en todo sentido, una clásica película de Clint Eastwood. Clásica por su personaje central, por su estilo narrativo y por la forma en que presenta sus conflictos. Es un film que reúne lo mejor y, en menor medida, lo peor de este actor/director a quien, a esta altura, aceptamos como a un viejo tío, perdonándole sus ocasionales faltas.
La película cuenta la historia de Walt Kowalski, un hosco jubilado, veterano de la guerra de Corea, que acaba de enviudar. Típico representante de la “vieja escuela”, pasa sus días viendo con disgusto cómo su barrio se ha venido abajo, invadido por las peleas entre bandas callejeras de distintas etnias. Walt es un tradicionalista, y el hecho de que haya tantos inmigrantes viviendo alrededor suyo, por más que la mayoría sean honestos, le pone los pelos de punta. Así es que mira con recelo a sus vecinos de al lado, una pacífica familia Hmong (una etnia asiática). Entre los integrantes de esta familia está Thao, un introvertido adolescente que es tentado para formar parte de la violenta pandilla de su primo. Luego de una trifulca entre la pandilla y la familia, que culmina en su propio jardín, Walt termina enfrentándose a los inadaptados, iniciando así una relación con Thao y con su hermana, Sue, y ganándose el (no buscado) reconocimiento de sus vecinos orientales.

La historia tiene varios puntos en común con otros filmes de Eastwood, en especial Million Dollar Baby. En aquella, el personaje de Clint también era un viejo cascarrabias y huraño, que cargaba con varias culpas del pasado que necesitaba exorcizar. En ambas cintas aparece la figura de un cura (a quien el protagonista trata con desdén) que intenta redimirlo de sus pecados. Y, como en Baby, aquí también el viejo genera un vínculo con alguien mucho más joven por quien termina logrando un sentimiento de afecto y responsabilidad.
Se ha alabado mucho la maestría de Eastwood como narrador. Y lo cierto es que el tipo tiene una claridad conceptual notable a la hora de contar sus historias. En lo narrativo, a sus filmes no les sobre ni les falta nada. Clint sabe qué quiere contar y cómo lo quiere contar. Donde sí puede encontrarse más tela para criticar es en el planteamiento de sus tramas. Las películas de Eastwood, y ésta no es la excepción, suelen simplificar bastante sus conflictos. Clint no conoce de sutilezas a la hora de dejar en claro quiénes son los buenos y quiénes son los malos. Aplica una visión maniqueísta de las cosas. Esto determina que muchos personajes secundarios sean unidimensionales (en este caso, sus hijos, nueras y nietos), y que algunas situaciones tengan el peso dramático de un capítulo de Brigada A. Pero esto forma parte de su modo de narrar, y es uno de los aspectos que explica por qué sus historias son tan inmediatas y accesibles.

Creo que Gran Torino es una de esas películas que no resisten un análisis frío y desinteresado. Verlo a Eastwood interpretando, tal vez por última vez, a ese personaje que hemos venido viendo envejecer los últimos 35 años, genera una indudable afinidad. Además, el guiño con el espectador es permanente, especialmente desde el humor con el que Clint se toma al personaje. Está bien, el tipo, como realizador, tiene sus mañas. Pero él es así. Como Kowalski, es de la vieja escuela. Es una clase de cineasta en vías de extinción. Y a él también le gusta tener su jardín ordenado, limpio y libre de invasores. Capaz no te gusten todas las plantitas que tiene. Pero que lo tiene bien cuidado, nadie lo puede negar.