sábado, 19 de enero de 2008

La de-generación

En el post anterior publiqué mi opinión sobre 3:10 to Yuma, un western que les quise recomendar porque me había encantado. Al respecto, varias muchachas que suelen visitar el blog declararon que las películas de ese estilo no les despertaban mucho interés. Lo cual es entendible ya que, en general, es un género que se ocupa más del universo masculino, dejando a las chicas un poco afuera. Sin embargo, esto me puso a reflexionar sobre ciertos preconceptos que tenemos a la hora de elegir qué miramos y, también, lo que se espera de nosotros como espectadores.
Personalmente, pienso que hay que tratar de escaparle a las generalizaciones o etiquetas. Sé que no es fácil, a mí también me cuesta bastante. Pero, pensando en esto de que existan películas (o géneros enteros) destinados a hombres y otras a mujeres, me pregunto: ¿será tan así? Hablar en esos términos sería considerar que a las féminas sólo les interesa ver películas de amor o protagonizadas por mujeres (como Flores de acero). De la misma manera, y siguiendo esta lógica, se puede pensar que si a los hombres nos ponen a cientos de tipos en pantalla cagándose a golpes dos horas estaremos chochos (y no les cuento cómo me aburrió 300...). De ser todo tan simétrico, las parejas deberían llegar a un acuerdo antes de ir al cine: “hoy vemos una de tiros, la próxima una de amor.” Pobre del que deba hacer semejante arreglo.

Yo creo que, más allá de cualquier género, hay películas buenas y malas, y que todos estamos capacitados para disfrutarlas por igual. Me consta, luego de leer sus numerosos posteos y comentarios, que todos mis colegas bloggers (hombres y mujeres) son muy inteligentes y de mente abierta, así que que estoy seguro que no se guian por preconceptos. No niego, desde luego, que existan filmes más afines a la sensibilidad masculina y otros a la femenina. Pero si una película es buena, debería poder ser apreciada por cualquiera. Ya lo expresé en mi posteo sobre las películas de amor. Si está bien hecha y es original, como Alta fidelidad o Cuando Harry conoció a Sally, la disfruto plenamente. Por el otro lado, no se me ocurre una película con más acción que Bourne Ultimatum, y me arriesgo a pensar que a las chicas que la vieron les gustó mucho. ¿O me equivoco?
Por eso, concluyo que no deberíamos darle tanta bola al género de una peli antes de verla. Propongo una de-generación. Como dije, el cine es bueno o malo, más allá de las etiquetas que le pongan. Capaz que, sin esperarlo, te encontrás con una obra que te da vuelta la cabeza. Al fin de cuentas, las mejores sorpresas, tanto en el cine como en la vida, nos las solemos llevar donde menos lo esperábamos.

martes, 15 de enero de 2008

3:10 to Yuma

El próximo jueves 24 de enero se estrena en Argentina 3:10 to Yuma, remake de un western de 1957, ahora protagonizado por Christian Bale y Russell Crowe. Tuve oportunidad de ver esta película, así que aprovecharé para darles mi opinión.
Primero, la historia. Dale Evans (Bale) es un ranchero de Arizona, casado con dos hijos, que no tiene la suerte de su lado. Veterano de la Guerra Civil (donde perdió una pierna), se encuentra castigado por una sequía interminable y con deudas hasta el cuello. Para colmo, sufre el acoso del terrateniente local, quien quiere sacarlo de esas tierras para favorecer el paso de las vías del nuevo ferrocarril. Por esas cosas del destino, se cruzará en su camino Ben Wade (Crowe), afamado criminal que con su banda acaban de asaltar una diligencia cargada de dinero. Wade, luego del atraco, hace una parada “higiénica” en el pueblo y termina siendo atrapado. Y Evans, por 200 dólares y algún otro motivo oculto, se ofrece para formar parte del grupo de hombres que deberá trasladar a Wade hasta la ciudad de Contention, de donde partirá el tren del título hacia la cárcel de Yuma. Desde luego, la banda de Wade intentará rescatarlo antes de que lleguen a ese tren.
Siempre los mejores westerns se han caracterizado por darle tanta importancia a la construcción de los personajes como a la acción en sí. Y este caso no es la excepción. Es una película que se toma su tiempo para que conozcamos qué motiva a sus protagonistas, qué los diferencia y qué los emparenta. Ni Wade ni Evans son un cliché, sino que son seres humanos que actúan según las circunstancias que les tocan vivir. Así es que a lo largo del relato irán comprendiéndose y aprendiendo a respetarse. Es una relación en la que entrará en juego el conflicto moral al ir descubriendo cada uno que, en el fondo, no son tan distintos.
Las actuaciones son un punto fuerte del film. Crowe lleva, tal vez, la mejor parte. Su Ben Wade es uno de esos villanos brillantes y manipuladores que parecen tener todo fríamente calculado. Y la actuación del neocelandés convierte al personaje en un ser tridimensional, logrando hacerlo atractivo y querible a pesar de ser un temible criminal. Bale, por su parte, sigue demostrando que es uno de los mejores actores de su generación. Si bien mantiene esa actitud fría y distante a la hora de actuar, logra imprimirle a su personaje una gran intensidad, transmitiendo el sentido de vergüenza y amor propio que Evans requería. Ambos actores se complementan perfectamente, y para el final de la película el vínculo que se genera entre ellos es totalmente creíble. Además, como todo western que se precie, la película debe presentar un par de personajes secundarios pintorescos. Por un lado, está el viejo caza recompensas McElroy, interpretado por un arrugado Peter Fonda; y por el otro, Charlie Prince, el afeminado y muy volátil ladero de Wade, interpretado por un magnético Ben Foster.
James Mangold, quien viene de dirigir I Walk the Line, la biografía de Johnny Cash, lleva con paso firme la historia (basada en un relato corto de Elmore Leonard), logrando mantener el interés a lo largo de las casi dos horas de metraje. El tiempo que se toma en la construcción de los personajes es fundamental. Para cuando llega el clímax, nos interesa tanto el destino de estas personas, que no podemos evitar estar al borde de la butaca. Todo lo que ocurre desde que quedan rodeados en el hotel de Contention hasta el final, es realmente atrapante.
En definitiva, una gran película. De esas que plantean cuestiones morales y cuyos personajes despiertan sentimientos ambiguos. De esas que crecen en la mente del espectador una vez terminadas. Creo que, para los tiempos que corren, no es poco.