sábado, 26 de enero de 2008

Usted se preguntará por qué cantamos

A cuento de que pronto se estrena Sweeney Todd, el nuevo film de Tim Burton con Johnny Depp, me puse a pensar en otros musicales. Si bien soy un amante de la música, confieso que no es un género que históricamente me haya gustado mucho. Siempre me pareció extraño eso de que la gente se ponga a cantar y bailar porque sí. De todas maneras, antes que mirar Cantando o Bailando por un sueño, esto es mucho mejor. Y, como con todas la cosas, tengo mis excepciones. Así que acá van cinco de mis musicales preferidos, con respectivos videos.
Recomendaciones: No es necesario mirarlos todos de una (¡y mucho menos simultáneamente!). La calidad del volumen varía, así que a manejarlo con discreción. Se aconseja, para un mayor disfrute, haber bebido previamente. Ah, ponerse a bailar también es opcional.

The Rocky Horror Picture Show (1975): una de esas películas que te pueden parecer una obra maestra o una basura absoluta. Y es posible que sea ambas cosas a la vez. Basada en una obra off Broadway, se convirtió en un film de culto de trasnoche en USA. La gente iba a los cines disfrazada como los personajes e imitaba las coreografías. Una locura. Tim Curry la rompe como Frank N Furter, el travesti del planeta Transexual (ubicado en la galaxia de Transilvania) que busca crear al hombre perfecto en 10 días. Una joven Susan Sarandon formaba parte del elenco de este clásico de lo kitsch.


Mouline Rouge (2001): cualquier película que utilice canciones de David Bowie y T. Rex ya tiene media batalla ganada conmigo. Pero además hay que reconocer que esta obra de Baz Lurhman está plagada de ideas originales y es visualmente asombrosa. Aun con sus excesos, vale la pena. Y tiene a Nicole Kidman, todavía con su belleza natural a pleno, justo antes de que se volviera adicta al bótox.




The Blues Brothers (1980): uno de los filmes favoritos de mi adolescencia. La comedia con los personajes creados por John Belushi y Dan Aykroyd para Saturday Night Live no es tanto un musical sino más bien una excusa para ver a gigantes del soul y el blues (Aretha Franklin, John Lee Hooker, Ray Charles, Bob Calloway), más algunas increíbles persecuciones de autos.


Hedwig and the Angry Inch (2001): John Cameron Mitchell dirigió y protagonizó esta adaptación de su obra teatral sobre un cantante transexual obsesionado con una joven estrella de rock. Una película llena de grandes canciones de rock (compuestas por Mitchell y Stephen Trask) que ayudan a entender la historia del personaje. Un film original y divertido. Una joyita, bah.




The Nightmare Before Christmas (1993): ya la había puesto en el especial de Navidad, pero vale la pena agregarla también acá. Y de paso ver un videíto de este clásico de la animación surgido también de la mente de Tim Burton.

miércoles, 23 de enero de 2008

¡Estalló el verano! (se derriten las neuronas)

Hay un fenómeno veraniego que siempre me llamó la atención. Llega esta época y, como parte del combo estival, aparecen decenas de obritas de teatro “picarescas”, totalmente pedorras, protagonizadas por una manga de personajes impresentables. Y lo más sorprendente es que tienen bastantes seguidores. Y ya ni siquiera hablo de una revista del tipo Artaza o Cherutti. No, eso es Hamlet... Hablo de espectáculos en los que se juntan un cómico de cuarta con dos gatos televisivos para hacer la nada misma. ¡Y la gente va a verlos! El otro día estaba mirando por la tele una nota a Graciela Alfano y Matías Alé (sí, ya sé, me estoy zarpando de cultura), y decían que todas las noches llenan las localidades de no sé qué teatrito... Si es verdad, y a no ser que sea una sala con capacidad para ocho personas, no entiendo cómo pueden lograrlo. Y miren que las entradas de estos espectáculos no valen 5 mangos. Ninguna debe bajar de los 30 ó 40 pesos.
¿Por qué ocurre esto? ¿Qué pasa en verano? ¿El calor nos calcina las neuronas? ¿No tenemos nada mejor que hacer que ir a ver a tres gatos intentando hilvanar dos pasos de baile y a un nabo contando chistes malos y guiñándonos el ojo? Siempre me pregunté quién puede ir a ver shows del estilo “Encremame los buñuelos” o “Juguemos a la basurita”.
Ojo, no creo que todo en la vida sea Les Luthiers y Monty Python. Les soy sincero, yo veo una película de Olmedo y Porcel y también me cago de risa un rato. Pero ahí juega bastante el cariño y la nostalgia. Son como dos viejos amigos a los cuales está bueno visitar cada tanto. Pero esto es otra cosa. Esto es elegir una noche para salir, perder dos horas de tu vida (de tus vacaciones) y gastarte unas monedas en una cosa totalmente descerebrada, armada con dos mangos y por gente sin talento ni preparación. Te aseguro que sobre la peatonal de cualquier ciudad balnearia encontrás mejores artistas laburando.
¿Alguno de Ustedes concurrió a una obra de estas? No es para juzgar, desde ya, sino para saber cómo fue la experiencia. Porque yo estoy prejuzgando que son una cagada. Tal vez me equivoque... Aprovecho, también, para preguntarles a mis ilustres visitantes de otros países, ¿allá también ocurre el mismo fenómeno? ¿En sus regiones también, con la llegada del verano, se reproducen estas obras teatrales de ocasión? ¿O es algo 100% argentino? No me digan que es otro gran invento argento. Que es otra de nuestras grandes costumbres argentinas. De ser así, para este caso, mi costumbre argentina es decir "¡NO!".