jueves, 25 de septiembre de 2008

No te metas con Zohan


Título original: You don't mess with the Zohan (USA, 2008) / Dirección: Dennis Dugan / Elenco: Adam Sandler, John Turturro, Emmanuelle Chriqui, Nick Swardson, Lainie Kazan, Rob Schneider / Duración: 112 minutos

Antes de empezar esta crítica quiero confesar que Adam Sandler nunca me gustó demasiado. Sencillamente, el tipo no me causa mucha gracia. Hasta ha llegado a irritarme en más de una película. En pocas palabras, siempre me pareció un salame. Pero así sucede con los comediantes. Los amás o los odiás. Sin embargo, a pesar de mis reparos hacia este individuo, debo admitir que No te metas con el Zohan, que está lejos de ser una gran película, me reconcilió un poco con este egresado de Saturday Night Live.
Zohan es un agente del gobierno israelí que es una especie de celebridad en su país. Desde el comienzo del film se nos presenta casi como un súper héroe, capaz de hazañas físicas increíbles que van desde saltar del techo de un edificio hasta atrapar un pescado con su trasero. Pero también se nos muestra su deseo secreto: convertirse en peluquero y dejar a todo el mundo con el pelo sedosamente suave. Por eso, cuando es convocado por el gobierno para atrapar una vez más al terrorista palestino Fantasma (John Turturro), Zohan decide que es momento de cambiar. Cansado de la violencia y de la lucha que parecen no tener fin, aprovecha la misión para simular su muerte y escaparse a los EEUU en pos de alcanzar su sueño.


Una vez en EEUU, Zohan comienza a trabajar en una peluquería de una chica palestina, y pronto se convierte en una verdadera sensación entre la clientela femenina. Pero no sólo por sus dotes como peluquero, sino por sus dimensiones como amante. Digamos que el tipo atiende a las mujeres en doble turno... Una mezcla entre Roberto Giordano y Rocco Siffredi. Eso sí, sus clientas son exclusivamente mujeres de 60 años para arriba. Pero la filosofía masculina de Zohan es que no hay que despreciar a ninguna mujer... Con su repentino éxito, todo parece marchar bien pare él. Incluso parece conocer, finalmente, las mieles del amor. Pero, como era de esperar, no le será tan fácil escapar de su pasado.
Debo decir que la película no arranca bien. Sus primeros 10 minutos son un compendio del humor más básico imaginable. Una seguidilla de gags de un nivel preadolescente que me hicieron presentir dos horas de tortura neuronal. Por suerte, el film luego abandona un poco este estilo (si bien habrá varios chistes tontos, en especial visuales, a lo largo de la película) para dar lugar a un humor más crudo y vulgar. No sólo la película es muy guarra desde lo sexual, sino que tiene muchos chistes relacionados a la temática palestino-israelí. Eso sí, los personajes son terriblemente estereotipados, en especial los árabes. Y si bien la película juega mucho (deliberadamente) con estos lugares comunes, estará en cada espectador el aceptar la simplificación de una temática tan compleja. Otro punto que nos puede resultar bastante chocante es la visión tan yanqui de todo. Estados Unidos es la tierra de los sueños, en la cual las personas se refugian para empezar de cero y donde logran transformarse en seres más buenos. Pero, como dije, esta es una comedia de trazo grueso, cuyo objetivo principal no es analizar en profundidad estos temas, sino valerse de ellos para armar una historia cómica. Además, algo de crítica tiene la peli: el verdadero villano de la historia termina siendo un yanqui.


Hay dos cosas de Sandler que habitualmente me molestan. Por un lado, su humor muy simple. La suya es siempre una perspectiva adolescente de la vida, y desde allí crea sus personajes y aborda sus historias. Sería el camino inverso al de Will Ferrel, quien suele terminar en el chiste tonto pero lo construye a partir de una mirada más crítica y analítica. Lo otro que me perturba de Sandler es la moralina y el sentimentalismo que afloran en todas sus comedias (Click, Locos de ira, Un papá genial, etc.). Y Zohan posee su cuota de moraleja políticamente correcta en favor de la paz. Pero cuando finalmente se produce el inevitable momento “sensiblero”, éste está matizado dentro de una situación bastante delirante. O sea, no jode tanto. Sandler, co-autor del guión, tuvo la inteligencia de convocar al omnipresente Judd Apatow para que colabore en la historia, lo cual debe haber ayudado bastante.
En cuanto a las actuaciones, Sandler está más gracioso y, sorprendentemente, medido que de costumbre (dentro de los límites de un personaje que es exagerado de por sí). Turturro (quien debe ser amigo porque actúa en muchas pelis de Sandler) hace de taquito su papel de terrorista exacerbado. Y, para mí sorpresa, quiero destacar también a Rob Schneider (habitual protegido de Sandler), quien está muy cómico y bien caracterizado como un taxista palestino que tendrá un importante rol en la historia.
En fin, como dejé en claro, se trata de una comedia que dependerá de distintos factores para poder ser disfrutada. Será una cuestión de gustos, sin duda. Haciendo caso a lo que yo mismo planteé recientemente, traté de enganchar la onda de la peli desde un principio. Y logré hacerlo. Ojo, la película es lo que es. No esperen sofisticación ni busquen segundas lecturas. Así que véanla con las precauciones del caso. No creo que pase a engrosar mi videoteca, pero me entretuvo bastante.

domingo, 21 de septiembre de 2008

Escenas memorables: Apocalypse Now (1979)

Francis Ford Coppola cerró la década del '70 de manera brillante con este clásico basado en la novela Heart of darkness, de Joseph Conrad. El film cuenta la misión secreta que debe realizar el capitán Benjamin Willard (Martin Sheen), en plena Guerra de Vietnam, al corazón de la selva para asesinar al coronel Walter Kurtz (Marlon Brando), un militar norteamericano que, aparentemente, se volvió loco y creó su propio ejército de guerrilla, liderándolo como una especie de semi dios.
La película retrata de manera cruda la locura de la guerra, usando personajes incoherentes y un tono que se vuelve cada vez más surrealista y onírico. Entre los personajes más emblemáticos está el teniente Bill Kilgore (Robert Duvall), un fanático del surf a quien lo único que parece interesarle es despuntar el vicio, incluso en medio de una batalla. Este personaje resume el sinsentido de cualquier conflicto bélico. En la escena, que incluye una de las frases más recordadas en la historia del cine, Kilgore acaba de ordenar que bombardeen con napalm (querosene, según la traducción) una playa para que la zona quede liberada y así poder aprovechar las olas para surfear. Una de las varias escenas memorables de este gran film.