sábado, 15 de diciembre de 2007

Yo lo conozco, no lo soporto

Roberto Benigni fue elegido por Uds, con el 30% de los votos, como el comediante más insoportable (al menos, de las opciones que les presenté). Es justo destacar que Robin Williams y Jim Carrey compartieron un decoroso segundo puesto, con el 23%. Aclaro que mi elección también hubiera sido el tano.
Si bien admito que el tipo tiene cierto talento, su personalidad es francamente irritante. Es de esas personas que parecen vivir exaltadas. Puede caer simpático en algún papel secundario, como en aquellas pelis de Jim Jarmusch, pero tolerarlo como protagonista se me hace difícil. Recordemos La vida es bella: imaginate caer en un campo de concentración y, encima, tenerlo de compañero al pesado de Benigni. Complicado, ¿no?... Todavía no puedo creer que haya ganado el Oscar a mejor actor por ese film. Ojo, no me parece mal que gane un cómico, pero justo éste... Para colmo, estaban nominados Nick Nolte, Edward Norton, Ian McKellen y Tom Hanks, todos en actuaciones superlativas. Insólito.
Además, su estilo de comedia tiene ese toque de sentimentalismo facilista (al igual que Robin Williams) que realmente detesto. Así que, resumiendo, un justo ganador.
¡¡Salute Roberto!!

jueves, 13 de diciembre de 2007

Expedientes X

Esta es una sección en la que trataré de investigar el paradero de algunos artistas que han tenido prometedoras carreras y que, por motivos que se desconocen, han desaparecido misteriosamente. Casi como si hubieran sido tragados por la tierra, o abducidos por extraterrestres. He aquí el primer caso de uno de estos pobres diablos, caídos en las sombras del olvido.

Steve Guttenberg: A mediados de la década del 80 este comediante estaba en la cresta de la ola. Había sido uno de los protagonistas de la laureada Diner (1982), de Barry Levinson. Luego aparecería en varias comedias: la saga de Locademia de Policías (estuvo en cuatro de ellas, entre el '84 y el '87); Cortocircuito (Short Circuit, 1986), ¿se acuerdan del robotito?; Cocoon 1 (1985) y 2 (1988), esas de los viejitos y los extraterrestres; Tres hombres y un bebé (1987) y su secuela Tres hombres y una pequeña dama (1990). Todos grandes éxitos. Sin embargo, al llegar la década del 90, algo cambió. Su inofensiva cara de nabo ya no pareció caerle tan en gracia al público americano, y su presencia en el cine fue cada vez menos frecuente. Hasta que, finalmente, desapareció para nunca más volver.
Es interesante hacer un paralelo con Tom Hanks. Él también era un actor agradable, de apariencia común y protagonista de comedias menores (Despedida de soltero, Hogar dulce hogar, Vecinos al ataque). Sin embargo, Hanks es uno de los actores más exitosos, queridos y respetados (2 Oscars) de la historia. Y a Guttenberg, bueno, lo estamos buscando...
La pregunta que me hago es: ¿qué pasó con el bueno de Steve? ¿Lo habrán venido a buscar los aliens de Cocoon? ¿Se habrá enlistado en la academia de policías? ¿Se habrá quedado cuidando a la pequeña dama? Quién sabe. Algunos reportes indican que fue visto últimamente deambulando por intrascendentes series y películas para TV. Pero aun esta especie no fue confirmada. Se está investigando esa pista. Cualquier información sobre su paradero, se agradecerá.

martes, 11 de diciembre de 2007

El autocine

Bueno, voy a hacer una pregunta que, tal vez, me haga sentir como un viejo choto. ¿Quiénes de los que leen este blog recuerdan haber ido al autocine alguna vez? Mmm, temo que casi nadie.
Mis recuerdos del autocine son bastante lejanos (calculo que tendría unos cinco años la última vez que fui), pero permanecen aun en mi memoria como una muy grata experiencia. Creo que con mi familia íbamos a uno que estaba al costado de la General Paz (ojo, era muy pendejo así que puedo equivocarme). Lo que sí recuerdo era lo bien que lo pasaba ahí. Ir en una nochecita de primavera o verano, con la fresca brisa entrando por la ventana... ¡Y no tenías que soportar los ruidos molestos de los otros espectadores dándole al pochoclo! (salvo los que estaban en tu auto, claro). Los parlantes estaban sobre unos postes al costado del coche y los acercabas colgándolos al vidrio de la ventana. Desde ya, el audio que por allí salía no era ni THX ni Dolby Surround ni nada por el estilo. Pero en esa época no necesitábamos tanta tecnología. Cuando sos chico, todo te parece fabuloso. Me acuerdo de ir a ver alguna película de Cupido Motorizado; o la de Flash Gordon, esa medio bizarra que tenía música de Queen, con Max Von Sydow haciendo del villano Ming (el actor que hacía de Flash creo que ahora atiende una verdulería en Villa Ballester).
Seguramente, como con todo recuerdo de la niñez, esté idealizando un poco la experiencia. Tal vez no estaba tan bueno estar dos horas sentado en el auto. Qué sé yo... Por algo dejaron de existir los autocines. Capaz hoy en día estacionado ahí pensaría que en cualquier momento puede venir alguien con un chumbo para afanarme. Pero en esa época esas preocupaciones no habitaban mi cabecita loca. Lo único que me daba miedo, como ya dije alguna vez, eran los monstruos de la pantalla, no los reales (y ahora que lo pienso, en aquellos años nos gobernaban unos monstruitos bien aterradores).
Pero bueno, el autocine hace rato que forma parte de mi pasado, de mi infancia. Sé que en los últimos años ha habido un par de intentos por revivirlo. Pero no pasaron de eso. Además, no creo que hoy lo disfrutaría como entonces. Prefiero quedarme con los recuerdos. Por suerte (idealizados o no) nos acompañan toda la vida.