Título original: Slumdog Millionaire (Inglaterra/India, 2008) / Dirección: Danny Boyle (y Loveleen Tandan) / Elenco: Dev Patel, Freida Pinto, Anil Kapoor, Ayus Mahesh Khedekar / Duración: 120 minutos
Hacía mucho tiempo que no veía que una película generara semejante disparidad de opiniones. Sobre Slumdog Millionaire escuché a mucha gente decir que era una maravilla del séptimo arte, y a otra tanta defenestrarla totalmente. Al fin pude verla, y debo decir que me dejó una sensación intermedia, que me aleja de ambas puntas de la discusión. Paso a explicar por qué.
Antes que nada, cuento brevemente el film, que se desarrolla íntegramente en la India. Jamal es un joven que está a punto de ganar el premio mayor en el programa ¿Quién quiere ser millonario? Pero algunas personas de la producción del show no creen que sea posible que este muchacho humilde y trabajador haya podido contestar todas las preguntas que lo llevaron hasta esa etapa. Así que al término del primer envío es llevado por la policía, que lo interroga toda una noche (en forma violenta) para que confiese cómo supo las respuestas. A partir de ahí, el film se constituye en una serie de flashbacks desde los cuales Jamal cuenta su penosa historia de vida, y los sucesos que fundamentan cómo llegó hasta allí, y por qué sabe dichas respuestas. En el medio, conocemos la historia de amor que lo una a Latika, una chica a quien conoce desde su infancia, y que será el corazón del relato.
Bien, ahora vayamos a la “polémica”. La película ha sido acusada de banalizar y glamourizar la miseria. Lo primero, porque dicen que se muestra de manera casi costumbrista las penurias de estos niños indios que viven en una pobreza extrema (realmente extrema). Y lo segundo, principalmente, por el estilo del director Danny Boyle, que busca permanentemente impactar desde lo audiovisual. Yo, sinceramente, no sentí que ninguna de estas cosas fuera así. Las escenas de la vida de Jamal de pequeño en la villa miseria me parecieron muy crudas, pero sin caer en el sensacionalismo ni la condescendencia. Se nos está relatando una historia que tiene lugar en uno de los lugares más pobres de la tierra. Y se muestra la vida tal cual es allí. Es cierto que el uso de niños en esta clase de filmes es aun más chocante, pero uno imagina que los realizadores tomaron los recaudos del caso. Algunos han comparado a la película con Ciudad de Dios. No percibí válida esa analogía. En el film brasileño sí había un intento por darle a la pobreza una estética de video clip. Aquí no. Cuidado, esto no quita que sí haya una búsqueda estética. Al fin y al cabo es una película ficcional, no un documental.
De todos modos, no me interesa hacer una defensa férrea de la película porque tampoco me pareció una obra maestra. Pero sí creo que cuenta una fábula en medio de un contexto original. Es una historia de amor y de supervivencia cuyo mensaje final sería que el amor y la fuerza de voluntad pueden triunfar. Está muy bien contada y actuada, principalmente por el protagonista, Dev Patel. Y tiene un buen ritmo, que luego de la primera mitad decae un poco. En mi opinión, los puntos criticables de la historia no tienen que ver con lo planteado previamente, sino con algunos aspectos más específicos del relato que no me cerraron, pero que no contaré ya que no me gusta entrar en los detalles de las tramas.Bien, ahora vayamos a la “polémica”. La película ha sido acusada de banalizar y glamourizar la miseria. Lo primero, porque dicen que se muestra de manera casi costumbrista las penurias de estos niños indios que viven en una pobreza extrema (realmente extrema). Y lo segundo, principalmente, por el estilo del director Danny Boyle, que busca permanentemente impactar desde lo audiovisual. Yo, sinceramente, no sentí que ninguna de estas cosas fuera así. Las escenas de la vida de Jamal de pequeño en la villa miseria me parecieron muy crudas, pero sin caer en el sensacionalismo ni la condescendencia. Se nos está relatando una historia que tiene lugar en uno de los lugares más pobres de la tierra. Y se muestra la vida tal cual es allí. Es cierto que el uso de niños en esta clase de filmes es aun más chocante, pero uno imagina que los realizadores tomaron los recaudos del caso. Algunos han comparado a la película con Ciudad de Dios. No percibí válida esa analogía. En el film brasileño sí había un intento por darle a la pobreza una estética de video clip. Aquí no. Cuidado, esto no quita que sí haya una búsqueda estética. Al fin y al cabo es una película ficcional, no un documental.
Volviendo a la polémica, y buscando darle un cierre personal, creo que tengo la suerte de no tener una ideología marcada. No soy de izquierda ni de derecha, ni católico ni judío, ni peronista ni radical ni comunista. Aborrezco las religiones y las ideologías. Siento que mucha gente posee dogmas o doctrinas que pesan sobre sus cabezas, y que les arman una pátina que nubla su sentido común, generando una barricada que les impide aceptar todo aquello que se aleje medianamente de su visión del mundo. Se sienten obligados a hacer una declaración de principios en cada oportunidad, dejando bien sentada su posición. Lo lamento por ellos. Un crítico argentino se refirió a este film como “pornografía de la pobreza”. Creo que estamos exagerando. A mí hubo partes que realmente me parecieron fuertes, pero el contexto de la historia así lo requería. Yo trato de manejarme con mi sentido común y con mi percepción de lo que es correcto e incorrecto, sin una mano superior encima que me maneje la cabeza.
En conclusión, y siguiendo la metodología del programa “Millonario”, podríamos preguntar:
-“Slumdog Millionaire es: a. Una obra maestra / b. Un film nefasto / c. Una película que plantea una polémica interesante / d. Sólo un buen film".
-"Yo diría d"
-"¿Respuesta final?"
-"Sí, definitivamente... ¿Me gané algo?"