lunes, 5 de enero de 2009

Mi nombre es Harvey Milk


Título original: Milk (USA, 2008) / Dirección: Gus Van Sant / Elenco: Sean Penn, James Franco, Josh Brolin, Emile Hirsch, Diego Luna / Duración: 128 minutos

Milk marca el regreso de Gus Van Sant al cine mainstream, luego de pasar casi una década entregando filmes independientes de bajo presupuesto. Y si bien no hay muchos aspectos negativos que yo pueda remarcar sobre esta película, sí debo aclarar que aquellos que disfrutaron del estilo narrativo más despojado y poético de los últimos trabajos de Van Sant pueden llegar a sentirse decepcionados con su enfoque en este caso, mucho más formal y políticamente correcto (como ha sido un poco el caso de sus anteriores incursiones en el mainstream).
El film cuenta la historia de Harvey Milk, el primer hombre abiertamente homosexual en ser elegido para un cargo público en los EEUU. Milk, trágicamente, sería luego asesinado por un colega de su distrito (no se preocupen que no estoy arruinando la sorpresa, ya que este punto se aclara ni bien comienza el film). La película retrata la vida de Milk a partir de su cumpleaños número 40, momento en el que decidió dar un vuelco a su existencia. Cansado y aburrido de su rutina como ejecutivo de negocios, se mudó a San Francisco, sin un plan concreto, para empezar una nueva vida junto a su reciente pareja, Scott. Una vez allí, fue involucrándose con el activismo político a favor de los derechos de los homosexuales, generando un seguimiento cada vez mayor y convirtiendo a su barrio, conocido como The Castro, en un epicentro de la cultura homosexual. Tal fue su convocatoria que, a los pocos años, y luego de un par de intentos fallidos, terminó siendo elegido como supervisor de su distrito.

Como aclaré al principio, hay muy poco para reprocharle a este film. Su factura es impecable en casi todo sentido. En el centro de la película está la actuación de Sean Penn, que es previsiblemente excelente. El actor no sólo logra la difícil tarea de interpretar a un personaje público (si bien desconocido fuera de USA) sino que consigue ponerse en la piel de un homosexual sin caer nunca en la exageración o en el facilismo. Si bien Penn se vale de algunos gestos y modismos que dan cuenta de la condición del personaje, lo hace con absoluta naturalidad, credibilidad y respeto. Lo fundamental de su actuación, principalmente, es que consigue llegar a la esencia de este ser humano, logrando uno de los trabajos más sinceros (y agradables) de su carrera. Pero Penn no es el único con un rol destacable. James Franco también se luce como Scott, el joven novio de Milk que hace lo posible por soportar la exposición que su pareja va obteniendo. Es un personaje complejo al cual Franco le da una profundidad y adultez que yo le desconocía. También es perfecto lo de Emil Hirsch, quien interpreta a Cleve Jones, un pintoresco joven que termina uniéndose a las filas de Milk. En cambio, no me pareció gran cosa lo de Josh Brolin, como Dan White, el conservador político que era una especie de némesis de Milk y que, eventualmente, sería quien lo asesine. Es un personaje conflictuado al cual el film trata de humanizar (lo cual es muy destacable) pero al que Brolin, al menos para mí, no logró desarrollar plenamente.

La dirección de Gus Van Sant es ajustada, relatando de manera lineal el ascenso de su personaje central. Tal vez le falte un poco de background a la historia, algo que fundamente más lo que motivó a Milk a hacer todo lo que hizo. Además, como aclaré, el enfoque de Van Sant tal vez resulte demasiado respetuoso y convencional para los seguidores del director. Es posible que la figura de Milk tuviera tanta relevancia para Van Sant que no pudo evitar caer en un par de lugares comunes, propios de los dramas biográficos. Reitero, es un film narrado de manera intachable. Pero sabiendo quién se encontraba detrás de cámaras, uno hubiera deseado un poco más de “poesía”. Eso sí, visualmente es muy bello, y Van Sant hace un eficaz uso de material de archivo, mezclando de manera imperceptible viejas entrevistas y discursos reales con el resto de la película.
En síntesis, un film muy recomendable, en especial para quienes disfruten de las biografías y de las historias cargadas de política. Pero aquellos que busquen encontrar aquí las señas particulares de Van Sant como artista independiente, mejor que vayan por otro lado. Eso sí, quienes quieran ver a un gran actor interpretando de manera brillante a un notable dirigente homosexual, saldrán más que satisfechos. Y ojo, no es que esto tenga nada de malo... (chiste para fans de Seinfeld).

Mi nombre es Harvey Milk se estrenaría en Argentina en febrero de 2009.