lunes, 18 de mayo de 2009

Películas favoritas: Biloxi Blues

Biloxi Blues (1988) narra, de manera bastante afectiva y algo complaciente, la vida en una compañía del servicio militar de USA en plena segunda Guerra Mundial. Es una de esas películas a las que, si nos ponemos en estrictos, le encontraremos fallas y debilidades varias. Pero yo elijo perdonar esas faltas en favor de los buenos momentos que me hace pasar.
El film tiene un pedigree bastante importante, siendo una adaptación de Neil Simon de su propia obra teatral semi autobiográfica, y teniendo en la dirección a Mike Nichols, responsable de películas como Quién le teme a Virginia Wolf?, El Graduado, Conocimiento carnal, Trampa 22 y Colores primarios, entre tantísimas otras.

El protagonista es Eugene Jerome (Matthew Broderick), un joven judío de Nueva York, aspirante a escritor, quien se siente como pez fuera del agua en el ejército. Allí trabará amistad con Arnold Epstein, un amanerado muchacho (también de NY) que posee un exagerado sentido de la justicia y cuyas férreas convicciones lo hacen difícil de soportar, incluso para el propio Eugene. El resto de la tropa incluye a personajes variopintos, entre los que destaca Wykowski, un tosco muchacho de familia polaca, que se configura como el opuesto de los neoyorquinos: todo fuerza, nada de intelecto. O sea, el soldado perfecto. Y todos estos personajes deben sufrir al sargento Toomey (Christopher Walken), un relajado pero atemorizante militar.
Matthew Broderick cumple bien su papel, aunque, con su cara de nene, logra hacer más creíble su parte inocente que su parte “canchera”. Y Christopher Walken está brillante, interpretando a uno de esos hijos de puta que tan bien le salen (y que luego repetiría hasta, casi, la autoparodia). Toomey es un militar estricto, pero que infunde temor sin necesidad de gritar. Sólo su calmada y fría presencia alcanza para asustar a cualquiera. Pero es un tipo que cree en lo que hace. O sea, su hijaputez sigue una lógica: la de generar soldados obedientes y eficientes. Es una gran actuación de Walken, quien maneja sabiamente el subyacente tono cómico de su personaje.

El film aborda temas importantes como la guerra, la discriminación, el homosexualismo y la crudeza del servicio militar, pero todo está realizado con una mirada compasiva. Es una típica comedia dramática, que navega entre distintos tonos, nunca yéndose demasiado hacia ningún lado. Y tratando de que todo cierre con un moñito. Lo cual logra bastante bien.
Hay muchos momentos deliciosos, principalmente en los contrapuntos entre el sargento Toomey y los soldados, y diálogos muy bien escritos. Y, como dije, el film logra que la historia concluya de manera lógica, cerrando un círculo casi perfecto.
Una de esas pelis que, cuando la engancho en TV, me la quedo mirando seguro. Tal vez la suma de sus mejores partes no concluyan en una obra superior. Pero esas partes hacen que valga la pena verla.