La verdad que las películas de amor mucho no me van. Siendo un cínico de mierda, pienso que, en líneas generales, la mayoría son típicas historias edulcoradas, cargadas de clichés y con esperables finales felices. Pero de vez en cuando el cine nos regala historias de amor hechas con inteligencia, buen gusto y, a veces, algún toque retorcido. Acá destaco algunas (tengo más, pero para próximas entregas):
Alta Fidelidad (High Fidelity, 2000): John Cusack hace del dueño de una disquería, con serios problemas de compromiso, que rompe con su novia y se pasa el resto de la película lamentándose y tratando de averiguar el por qué de sus fracasos amorosos. A la larga, claro, se dará cuenta de que no puede vivir sin ella. Una gran película, en especial para los amantes de la música, con un graciosísimo Jack Black en el papel del empleado de Cusack. Basada en la novela de Nick Hornby.
Alta Fidelidad (High Fidelity, 2000): John Cusack hace del dueño de una disquería, con serios problemas de compromiso, que rompe con su novia y se pasa el resto de la película lamentándose y tratando de averiguar el por qué de sus fracasos amorosos. A la larga, claro, se dará cuenta de que no puede vivir sin ella. Una gran película, en especial para los amantes de la música, con un graciosísimo Jack Black en el papel del empleado de Cusack. Basada en la novela de Nick Hornby.
Eterno Resplandor de una Mente sin Recuerdos (Eternal Sunshine of the Spotless Mind, 2004): la segunda colaboración entre el director Michel Gondry y el guionista Charlie Kaufman es una comedia dramática, con tintes surrealistas, en la que Jim Carrey hace de un tipo melancólico que contrata a una empresa para que le borre de su cerebro todos los recuerdos que tenga de su ex pareja (Kate Winslet). Un rompecabezas original y desafiante, que bucea de manera brillante en la mente (y el corazón) de sus protagonistas y que, en definitiva, postula que el amor verdadero siempre encuentra el camino para (re)encontrarse.
Dos Extraños Amantes (Annie Hall, 1977): Woody Allen interpreta a Alvy Singer, arquetípico personaje suyo (judío, neoyorquino, neurótico) que comienza una relación con la inestable mujer que da nombre al film. Una notable reflexión sobre las relaciones amorosas, contada de manera magistral y llena de las típicas observaciones y diálogos agudos del director. Demostró que Woody estaba para mucho más que simples comedias. Ganó el Oscar a mejor película, director, actriz (Diane Keaton) y guion.
Hedwig and the Angry Inch (2001): esta película es una locura. John Cameron Mitchell trasladó a la pantalla grande su obra musical off Broadway acerca de un cantante travesti que vive obsesionado con una estrella de rock en ascenso, a quien él había iniciado en la música (y en el amor) cuando era sólo un púber. Original y divertida, con excelentes canciones de glam rock creadas por Mitchell y Stephen Trask. Uno de los pocos musicales que tendría en mi videoteca.
Cuando Harry Conoció a Sally (When Harry Met Sally, 1989): un clásico. La historia de cómo Harry (Billy Crystal) y Sally (Meg Ryan) se conocen y, a lo largo de los años, continúan una relación de amistad, hasta que el amor, previsiblemente, complica las cosas. Esta comedia es una de esas películas para ver una y otra vez. Una gran oportunidad de disfrutar de la incomparable gracia de Crystal y de recordar cómo era Meg antes del colágeno. Dirigida por Rob Reiner.