
La historia comienza con un flashback en el que se muestra al profesor Broom (John Hurt) leyendo una fantasiosa historia a un Hellboy preadolescente. El relato en cuestión habla sobre la lucha entre los hombres y la imaginaria raza de los elfin. El rey de estos últimos, Balor, manda a crear un ejército de seres mecánicos invencibles para luchar contra los hombres. Pero luego de la cruenta lucha, y de miles de muertes, el rey, apesadumbrado, decide firmar la tregua con los humanos. Como muestra de confianza, Balor entrega a los hombres un tercio de la corona mágica mediante la cual se controla a este ejército, quedando las otras dos partes bajo sus dominios. Este acuerdo es aceptado por todos menos por el hijo del rey, el Príncipe Nuada, quien es entonces exiliado del reino para siempre... Pero esta supuesta fábula que el padre le leyó a Hellboy de pequeño demuestra ser bien real, ya que el príncipe Nuada reaparece en el mundo actual para recuperar los tres pedazos de corona y así despertar al Ejército Dorado, con el objetivo de acabar finalmente con la humanidad. Será tarea de Hellboy y sus compañeros detenerlo.
Lo primero que se observa en la película son ciertas diferencias con respecto a la primera. El personaje de Hellboy ha sufrido un cambio bastante notorio en cuanto a su tono. No, no hablo del color. Sigue siendo rojo... Pero hablo de su actitud. Mientras que en la primera entrega era un personaje más taciturno y melancólico (hecho acrecentado por la muerte de su padre), ahora aparece como más jovial e irresponsable. Casi como un adolescente. Esto afecta a toda la película, que en más de un tramo parece más una comedia costumbrista que un comic. Dentro de ese estilo se muestra la conflictiva relación entre Hellboy y Liz Sherman (Selma Blair), quienes conviven ya como pareja, pero cuyos fuertes temperamentos los llevan a tener permanentes roces, más allá del amor que sienten el uno por el otro. Este mix entre comedia y comic a veces no termina de cuajar del todo, y puede ser considerado como uno de los puntos débiles de la película.
El otro aspecto que puede ser visto con cierto recelo es el guión del film, el cual parece tomar elementos ya vistos en otros lugares. Por un lado, hay una clara influencia de El Señor de los Anillos. La historia de una corona divida en tres partes y cuya unión le permitirá a quien la tenga liderar a un ejército invencible para dominar al mundo tiene evidentes influencias de Tolkien. Pero también pueden encontrarse semejanzas con X-Men, especialmente cuando se muestra el choque entre los seres humanos y los seres fantásticos, haciendo hincapié en la intolerancia del hombre hacia lo distinto. Y hasta pueden encontrarse también contactos con Hombres de Negro, específicamente en la locura inicial vista en el Bureau de Investigaciones Paranormales, lleno de estrafalarios seres que generan toda clase de destrozos.
Como dije al principio, no es una obra maestra. Pero teniendo en cuenta el nivel de muchas superproducciones de Hollywood y, especialmente, de las continuaciones, se trata de una película que vale la pena ver, no sólo por su aspecto visual sino también por su alma. Guillermo del Toro demuestra pertenecer a un selecto grupo (del que podemos nombrar a Tim Burton y Peter Jackson) que, más allá de cualquier efecto especial, sabe cómo hacernos vivir la magia del cine. Creo que no es poco.
Hellboy II se estrena en Argentina el 9 de octubre.