viernes, 7 de noviembre de 2008

Un plan brillante


Título original: Flawless (UK/Luxemburgo, 2007) / Dirección: Michael Radford / Elenco: Demi Moore, Michael Caine, Lambert Wilson, Joss Ackland/ Duración: 108 minutos

Si yo les digo que esta película se desarrolla en la ajetreada Londres de los años '60, y que es una especie de drama con ribetes sociológicos que incluye un robo a una poderosa empresa de diamantes, una investigación policial, un romance y una venganza, Ustedes seguramente sentirán un gran interés. Bueno, no lo hagan. Es, lisa y llanamente, un embole.
Laura Quinn (Demi Moore) es una tenaz ejecutiva de la London Diamond Corporation. A pesar de ser muy eficiente en lo suyo, y de dejar de lado su vida personal en pos de su carrera, se da cuenta de que vive en un mundo de y para hombres. Permanentemente, sin importar su buen desempeño, ella es relegada a la hora de los reconocimientos y los ascensos. La situación llega a un límite cuando Hobbs (Michael Caine), un viejo empleado de limpieza, le va con el chisme de que la empresa planea despedirla. Incrédula en un principio, Quinn descubre luego que esto es verdad. Hobbs, entonces, le propone participar de un robo a la compañía. La idea es ingresar a la bóvedad de seguridad, repleta de diamantes, y hacerse con un puñado de ellos. Una cantidad imperceptible para la empresa pero gigantesca para los involucrados. Sin embargo, la distancia entre lo planeado y lo sucedido, termina siendo muy grande.

Como dije, la película es una mezcla de varias cosas: policial, suspenso, película de época, crítica social. Pero no logra destacarse como nada de esto. Como policial es poco interesante y como drama poco sustancioso. Todo es muy acartonado, lento. Además, el robo en sí esta resuelto de manera poco imaginativa. Bah, la verdad, casi nada vale mucho la pena en este film. Su director, Michael Radford, se hizo conocido al dirigir Il Postino, film discreto que contaba con una gran actuación de Massimo Troisi. Pero acá, ni las actuaciones lo salvan.
Demi Moore es una de esas actrices cuyo personaje público ha tomado tanta visibilidad, que no logra resultar creíble en ningún papel. Y lo cierto es que como actriz su rango es muy limitado. Aquí intenta transmitir un imagen de mujer dura, pero su única arma para lograrlo son los trajes formales, fumar constantemente y un peinado horrible. Lo de Michael Caine es muy distinto. Un verdadero genio de la actuación, logra elevar el interés de cualquier cinta en la que aparezca. Lo suyo es, por lejos, lo más destacable del film.
Conclusión, una película olvidable de principio a fin. No da ni para criticarla mucho. La verdad, ni sé para qué me gasto en postear este comentario.

lunes, 3 de noviembre de 2008

Quémese después de leerse


Título original: Burn after reading (USA, 2008) / Dirección: Ethan y Joel Coen / Elenco: John Malkovich, Tilda Swinton, George Clooney, Frances McDormand, Brad Pitt, David Rasche, J.K. Simmons, Richard Jenkins / Duración: 96 minutos

A esta altura de las circunstancias, me atrevo a decir algo que, seguramente, generará ciertas puteadas hacia mi persona, pero bueno, qué le hace una mancha más al tigre: para mí, los hermanos Coen han sido un poco sobrevalorados. Me cuesta decirlo, porque algunas de sus películas están entre mis favoritas (Miller's Crossing, Barton Fink, The Big Lebowski). Pero, si uno analiza toda su filmografía, se encontrará con una cantidad importante de títulos mediocres o meramente pasables. A saber: The Hudsucker Proxy, O brother where art thou? (Ok, no era mala, pero tampoco fue gran cosa), Intolerable cruelty, The ladykillers y ahora ésta, Burn after reading. Y eso es algo que no puede admitírsele a dos genios de la cinematografía. Y ni quiero entrar en la polémica sobre No country for old men, film laureado mundialmente al cual yo no le encontré la brillantez que tantos le han señalado (pero cuyo reconocimiento casi unánime me hace ubicarlo en un nivel superior).
Burn after reading se presenta como una oscura comedia, aunque las risas sean escasas (lo cual no es inherentemente malo, aunque en este caso sí). Osbourne Cox (John Malkovich) es un agente de la CIA, de temperamento iracundo, que luego de ser pasado a retiro decide escribir sus memorias. Por esas cosas del destino, el CD que contiene sus escritos termina en manos de dos ineptos empleados de un gimnasio (Brad Pitt y Frances McDormand), quienes deciden chantajear a Cox. Mientras, la esposa de Cox (Tilda Swinton) planea divorciarse de él, al tiempo que mantiene un romance con un inestable agente del Tesoro (George Clooney). Todos estos personajes y líneas narrativas, obviamente, se irán cruzando de distintas maneras.

La peli, como dije, se supone que es una comedia (negra), aunque poco de lo ocurrido genere mucha gracia. El problema principal es que todos sus personajes son despreciables, ya sea por su ineptitud, por su egoísmo o por su avaricia. Pero no hay ni uno de ellos con el que podamos sentir simpatía o empatía. Y los responsables principales de que esto sea así son los Coen, quienes mantienen una lejanía permanente con sus criaturas. Como si los mirasen desde arriba. De hecho, hay un par agentes de la CIA (interpretados por J.K. Simmons y David Rasche) que actúan como una especie de coro griego, analizando y juzgando desde la distancia las idas y vueltas de todos los personajes. Incluso nos enteramos de parte de lo sucedido por lo que ellos cuentan... No pude dejar de comparar este film con Lebowski. Aquel tenía personajes censurables en muchos sentidos, pero sus deficiencias eran tomadas de manera entrañable. Era evidente que los Coen sentían afecto por esos personajes (que además fueron magistralmente caracterizados), mientras que en este caso se desligan de lo ocurrido, actuando como meros relatores de los sucesos.
Las actuaciones son todo lo buenas que puede esperarse de semejante elenco, aunque sin grandes sorpresas. Malkovich haciendo de un intelectualoide calentón, Swinton de una perra fría y calculadora, McDormand de una neurótica que habla a mil por hora, Clooney de un atorrante seductor... El más destacable es Pitt, quien le otorga a su personaje la dosis justa de estupidez, sin exagerar nunca. Su Chad es un hueco, lisa y llanamente, y Pitt logra reflejarlo a la perfección, gracias a su mirada de perro perdido. También es destacable lo de Simmons y Rasche (sí, el querido Sledge Hammer), cuyos diálogos están resueltos con buen timing.

El film, como todos los de los Coen, es irreprochable en sus aspectos técnicos. Y los hermanos le otorgan al relato un buen ritmo, típico de sus mejores comedias. Y nadie más que yo ha disfrutado, en el pasado, de sus ironías y humor disparatado. Pero, en este caso, los elementos dramáticos (que los tiene en buena cantidad) y los cómicos no terminan nunca de cuajar. Y la poca relevancia de los personajes va desalentando el interés en lo que ocurre. Cabe hacer una mención especial para la música de Carter Burwell, cuyo tono dramático parece ir anunciando permanentemente un crescendo que, en definitiva, nunca se produce. El film avanza, acumulando sus distintas situaciones, pero las sumas de las partes no generan ningún valor agregado. Para cuando termina, uno no puede avitar preguntarse: "¿Y?".
En conclusión, es una película que está lejos de ser un desastre. Pero está a igual distancia de ser un gran film. Se trata, simplemente, de una película más. Una película más, de los hermanos Coen.