
Título original: Social Network (USA, 2010) / Dirección: David Fincher / Elenco: Jesse Eisenberg, Andrew Garfield, Justin Timberlake, Rooney Mara, Armie Hammer, Rashida Jones / Duración: 121 minutos
David Fincher lo hizo de nuevo. Al igual que con Fight Club una década atrás, logra nuevamente con Social Network un film que retrata fielmente a la sociedad de su momento. Un film que dentro de muchos años será de visión indispensable para quienes estudien la época que estamos atravesando. Mientras aquella oscura película cargaba sus tintas sobre la sociedad consumista norteamericana de los 90, ésta aborda la revolución tecnológica y social que está teniendo lugar a nivel mundial, y de la que aun desconocemos sus alcances definitivos.
La peli muestra cómo se inició el fenómeno Facebook. Cómo su creador, Mark Zuckerberg, empezó el proyecto casi como una broma universitaria (y por despecho). Y cómo de a poco eso que fue una travesura se fue convirtiendo en uno de los fenómenos sociales y económicos más destacados de la última década.
La dirección de Fincher es brillante, logrando un ritmo vertiginoso y una línea narrativa clara y comprensible, más teniendo en cuenta la complejidad de muchos de los elementos en juego. La peli se desarrolla a partir de los litigios que tienen lugar contra Zuckerberg, ya multimillonario, por parte de Eduardo Saverin, su ex mejor amigo y socio inicial (excelente Andrew Garfield); y por parte de los gemelos Wynklevoss, quienes acusaban a Zuckerberg de haber robado una idea original de ellos. A partir de allí, la peli va y viene en el tiempo. Pero lo hace con una fluidez extraordinaria, jamás confundiendo ni aturdiendo al espectador. El guión, a cargo de Aaron Sorkin, es uno de esos trabajos que parecen reunirlo todo (claridad en su premisa, personajes interesantes, diálogos brillantes, observaciones profundas, ironía).
Las actuaciones son de una excelencia uniforme. Si bien lo de Jesse Eisenberg no dista mucho del joven introvertido, errático e inteligente que ha interpretado en el pasado (The Squid and the whale, Adventureland, Zombieland) en este caso encontró el papel de su vida: cada gesto y mirada retraída transmiten a la perfección la naturaleza de un personaje al cual es muy difícil querer. Porque además de ensimismado, el muchacho es arrogante. Y se esfuerza demasiado por demostrarlo. Sorprende también Justin Timberlake, muy efectivo en el papel de Sean Parker, el carismático creador de Napster que encandiló a Zuckerberg y se sumó a sus huestes. En realidad, no hay ninguna actuación en este elenco de mayormente desconocidos que no sea digna de mención.
Lo más destacable del film, de todas formas, es que va mucho más allá de la anécdota en sí. La historia, por más que de antemano le pueda parecer lejana y poco interesante a muchos, es de lo más universal y accesible. Nos habla de la necesidad que tenemos de comunicarnos. De la forma que sea. De la necesidad de afecto. De como el hombre más rico del mundo puede ser también el más solitario (sin importar cuantos "amigos" tenga en Internet). Y de que, en definitiva, casi todo lo que hacemos en nuestra vida es para llamar la atención de los demás. La escena final de este brillante film da testimonio de esto.
La dirección de Fincher es brillante, logrando un ritmo vertiginoso y una línea narrativa clara y comprensible, más teniendo en cuenta la complejidad de muchos de los elementos en juego. La peli se desarrolla a partir de los litigios que tienen lugar contra Zuckerberg, ya multimillonario, por parte de Eduardo Saverin, su ex mejor amigo y socio inicial (excelente Andrew Garfield); y por parte de los gemelos Wynklevoss, quienes acusaban a Zuckerberg de haber robado una idea original de ellos. A partir de allí, la peli va y viene en el tiempo. Pero lo hace con una fluidez extraordinaria, jamás confundiendo ni aturdiendo al espectador. El guión, a cargo de Aaron Sorkin, es uno de esos trabajos que parecen reunirlo todo (claridad en su premisa, personajes interesantes, diálogos brillantes, observaciones profundas, ironía).Las actuaciones son de una excelencia uniforme. Si bien lo de Jesse Eisenberg no dista mucho del joven introvertido, errático e inteligente que ha interpretado en el pasado (The Squid and the whale, Adventureland, Zombieland) en este caso encontró el papel de su vida: cada gesto y mirada retraída transmiten a la perfección la naturaleza de un personaje al cual es muy difícil querer. Porque además de ensimismado, el muchacho es arrogante. Y se esfuerza demasiado por demostrarlo. Sorprende también Justin Timberlake, muy efectivo en el papel de Sean Parker, el carismático creador de Napster que encandiló a Zuckerberg y se sumó a sus huestes. En realidad, no hay ninguna actuación en este elenco de mayormente desconocidos que no sea digna de mención.
Lo más destacable del film, de todas formas, es que va mucho más allá de la anécdota en sí. La historia, por más que de antemano le pueda parecer lejana y poco interesante a muchos, es de lo más universal y accesible. Nos habla de la necesidad que tenemos de comunicarnos. De la forma que sea. De la necesidad de afecto. De como el hombre más rico del mundo puede ser también el más solitario (sin importar cuantos "amigos" tenga en Internet). Y de que, en definitiva, casi todo lo que hacemos en nuestra vida es para llamar la atención de los demás. La escena final de este brillante film da testimonio de esto.9 DAMIANCITOS




Inception es una gran película. Una que bucea en territorios nuevos aunque en gran parte esté planteada como una clásica película de robos (nada más que en lugar de una bóbeda aquí se acceda a la mente humana). Como toda película de ciencia ficción requiere de una condición esencial: que nos creamos todo lo que nos cuentan. Desde al vamos es una historia fantasiosa, pero si "compramos" la premisa, es todo ganancia para nosotros. Nolan (también autor del guión) nos entrega una historia que, dentro de su propia lógica, cierra por todos lados. Otra condición que debemos cumplir como espectadores es prestar debida atención a todo lo que se nos cuenta, para entender los mecanismos que impulsan la trama. Si hay que buscar un punto de comparación con otra película lo primero que aparece en mente es Matrix, con su manejo de realidades paralelas. Pero Nolan lleva su film dos, tres o cuatro pasos más allá. Sus protagonistas navegan en sueños, dentro de sueños, dentro de sueños. Cuando llega el climax del film, la forma en la que Nolan orquesta los distintos niveles de realidad (o fantasía) es una maravilla. Un prodigio de la narrativa fílmica.
































